Alvaro Mutis
1925-2013
q.e.p.d.
Ciudad
Un llanto
un llanto de mujer
interminable,
sosegado,
casi tranquilo.
En la noche, un llanto de mujer me ha
despertado.
Primero un ruido de cerradura,
después unos pies que vacilan
y
luego, de pronto, el llanto.
Suspiros intermitentes
como caídos de un agua
interior,
densa,
imperiosa,
inagotable,
como esclusa que acumula y libera sus
aguas
o como hélice secreta
que detiene y reanuda su trabajo
trasegando el
blanco tiempo de la noche.
Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
hasta
los solares donde se amontonan las basuras,
bajo las cúpulas de los hospitales,
sobre
las terrazas del verano,
en las discretas celdas de la prostitución,
en los
papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
con el tibio vaho de ciertas
cocinas militares,
en las medallas que reposan en joyeros de teca,
un llanto de
mujer que ha llorado largamente
en el cuarto vecino,
por todos los que cavan su
tumba en el sueño,
por los que vigilan la mina del tiempo,
por mí que lo
escucho
sin conocer otra cosa
que su frágil rodar por la intemperie
persiguiendo
las calladas arenas del alba.
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