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7/8/14

Leyenda Urbana


La Noche de las Banshees


 La Xalapa de los años noventa del siglo pasado todavía ofrecía rincones aún inexplorados para los buscadores de secretos nocturnos; para los chicos exploradores de la noche inquieta, la noche misteriosa; algunos de ellos seguidores de grupos de rock como Bauhaus, sin afinidad por escuchar a grupos como los Magneto o Maná. En los primeros años de la última década del siglo XX, las chicas de las preparatorias Xalapenas vestían uniformes de diferentes colores, así los chicos podíamos identificarlas fácilmente mientras iban apareciendo en la parada del autobús. Nadie me ha explicado en concreto o de una manera objetiva el ¿por qué? esos camiones de pasajeros destartalados, de un color azul insípido, eran las banderas de la comunidad Xalapena; tan rica en sustancia como en un pasado lleno de altas y bajas en la historia de la ciudad; pero difícil en el gozo de manifestarse gracias a las veredas construidas por alguna persona con bastante malicia. Disyuntivas formadoras de diferentes clases sociales dentro de la ciudad. Veredas disparejas en el diagnóstico de aquella malicia, la cual los catalogó por sus bienes; luego, ya después de ese catálogo podrido nadie aún ha podido amainar con soluciones concretas las luchas de clases en Jalapa.
En ninguna otra ciudad del país visitada por mí he sentido tanta distancia entre cada uno de sus habitantes; siento al recordar esos días pasados una absurda lejanía entre los xalapenos, matriz de un claroscuro, con su ambiente florido y con sus rencillas sociales. Aunque parezca tan extraño; ese ambiente de claroscuro intrínseco lo viven en silencio los xalapenos, haciendo de la convivencia una agonía. Veo a la ciudad  vanagloriarse de su pasado, después muriendo; pero aquellos restos del pasado junto con los muertos vivientes de ahora se mezclan como un ejército fantasmal andante inspirado por las ofertas de los centros comerciales.
 Esta ciudad te dirige hacia la mentira; ya después de mentir, te acercas a un tipo de sexo lleno de lejanía, histriónico; a veces pienso que todos los xalapenos al tener sexo utilizan la misma posición: Los amantes; tendidos de espaldas, en una cama escueta de sábanas ralas y tan solo su sexo uniéndolos; mientras excitados miran al techo. Lejanía.
Otra forma de saber los gustos de las chicas eran las estaciones de radio locales;
todo mundo escuchaba canciones llenas de colores; yo sentía esa distancia de persona a persona por la música compartida conmigo en los salones de clase. Así, zangoloteado del viaje en urbano y sin remedio, me encontraba con los compañeros de escuela; la ruta del urbano parecía un destino marcado para los estudiantes en la complicada ciudad a donde yo había llegado a vivir. Para gustos los colores.
            Los rincones de la ciudad poco a poco se llenaban de colonias emergentes; llenas de los delirios juveniles y de sindicatos magisteriales en su mayoría; mis compañeros más avispados de la preparatoria tenían siempre un buen padrino, portador de un futuro prominente como burócrata en las oficinas del gobierno veracruzano; los imagino planeando a ese futuro muneficiente mientras transcurría su escuela secundaria. Un coche, una plaza; el fútbol o el béisbol eran los grandes retos de mis compañeros de escuela. Entre para-escolares y rutas destartaladas de camiones se encontraban todos los estudiantes, algunos de ellos tiempo después, migraron hacia el Norte, otros se marcharon a otro lugar a radicar; otros se quedaron trabajando en la plaza obtenida, otros viviendo en sus sueños.
            Hoy me sorprendo de la destreza de los selfies, de los sextings y de los usies circulando en las redes sociales; en aquellos años las chicas no nos mostraban nada más allá de lo evidente; las colegialas recibían un halo misterioso y era muy disparejo el erotismo en relación a estos días, mas la mayoría de los barones (en mi salón de clases) tenían conocimientos respecto al sexo; pero la importancia de las relaciones de pareja no estaba acentuada en el ambiente de la charla.
            Propongo desde este momento una solución espontánea para ese problema de nuestro sexo no tan evidente en la vida cotidiana de aquellos años: Imaginemos al Mainstream o al Gran Mercado carente de un refractario como lo es hoy la Internet o como son los antros; refractarios necesarios para amasar ideas científicas, comerciales o aspiraciones juveniles.
La droga en los años noventa y dentro de mi círculo estudiantil era (hasta hoy me doy cuenta) una cuestión de rutas del transporte urbano; dependiendo de la ruta de camión era la droga adquirida. Yo solo escuché hablar de drogas cuando Karl Marx nos alertó dentro de los salones de clase acerca de los planes de la Iglesia Católica; digo Católica porque no sabía yo de otras tantas y tantas religiones existentes.
En estos días donde un café americano te da una viada, rezar no es malo; pero siempre habrá un joven inquieto dando patadas por el culo. Hare Xsna  Hare Hare.
            Como contraste en mi vieja colonia del DF los yonkis eran más dados a dejar (sin cargo de conciencia) droga inservible en las calles sin pavimentar o en las avenidas. La drogadicción, tan solo era un tema en las escuelas como lo eran digamos… los avistamientos de OVNIS.
Aquellos años fueron muy buenos porque mandaron las industrias del consumo modas locas como la de los “rebeldes sin causa”, todo mundo vestía su versión (vintage) de los años 60’s con pantalón azul de mezclilla y chamarras de piel; tupé, cigarros, camisetas blancas. Hubo después una moda de Batman; con artículos fosforescentes igual de locos y divertidos.
            Las discotecas apenas llevaban algunos años recibiendo a los jalapeños de los diferentes puntos de la ciudad; en la mayoría de nosotros aún no se cernía el ritmo de vida imperante en estos días del siglo XXI: Autos, sexo, fashionismo, drogas. Se consumía el licor al modo de “cubas tras cubas” por todas partes de Xalapa; se destinaban los fines de semana para poder hacerlo; por eso se tomaba al Viernes (gracias a Dios) como un día dedicado a reventarse, los Sábados eran opcionales para el consumo nocturno, los Domingos eran días de calma y reposo donde no había otra movida como la de practicar alguna para-escolar deportiva con un grupo de vecinos o amigos y compañeros de trabajo; ah, también se podían estudiar un poco las materias de la escuela si uno quería hacerlo.
Algunos chicos reprobaban año, eran mandados después de reprobar el curso escolar a las preparatorias abiertas de la ciudad, un sistema abierto proto-modelo de estudio el cual definió a la enseñanza media y superior al poder cursar el alumno las materias de la escuela en tan solo dos horas diarias. Un modelo de aprendizaje adquirido tiempo después por la mayoría de las escuelas técnicas y de computo e ingles. Así, el estudiante cursaba las materias, pero bueno, después de esas horas de estudio los chicos tendrían la oportunidad de conseguir un empleo, se pudieron liberar del uniforme escolar; y pudieron visitar los antros desde el miércoles hasta el domingo; tanto tiempo libre... debería de aprovecharse.
Los antros del tipo Disco fueron inventados por los gobiernos y la industria del comercio para lograr en los nuevos chicos aquello imposible de lograr antes: Mantenerlos juntos pero sin dialogar y pensar en la vida. Los bares, las cantinas, eran para el esparcimiento de los grandes, los Jones; la ludopatía aún no era tan excitada en los gustos de los ciudadanos jalapeños; Así como todo mundo podía aprovechar su tiempo en antros y en espacios deportivos sin pensar mucho en ese híbrido de tiempo de calidad suicida creado por alguna razón, muchos jóvenes encontraban misterios en aquel mundo post-moderno; misterios laborales como los avionazos del municipio, la magia de las carreras cortas; otros estudiantes y no estudiantes se mezclaban entre las horas nocturnas para poder encontrar seres de otra dimensión.
            En aquellos días yo trataba de flotar para no ahogarme en los círculos sociales de la ciudad de Jalapa; convivir con mis amigos y familiares era mi dinámica acuática. Para saber la diferencia de aquellos días con los actuales me baso en la idea de que todo mundo últimamente tiene en mente un negocio y antes solo debíamos de preocuparnos por una plaza laboral, o varias si era posible.
La neblina xalapena era agradable hasta decir BASTA; agradable como aquellos corazones escritos por mis compañeras de clase en cada una de la “ies” de sus apuntes escolares; existió también por aquellos años una moda de usar carpetas en vez de cuadernos profesionales.
La neblina de Jalapa era una música diegética verdaderamente asombrosa, llegaba a la ciudad a las cuatro o cinco de la tarde marchándose hasta el otro día alrededor de la siete de la mañana; pero de igual forma había noches claras con un millar de estrellas visibles apareciendo en el cielo, para hacerme pensar en la probabilidad de no estar tan solo en el cosmos.
            Las Banshees aparecieron en una noche clara; volaban lejos de casa; las vi afuera del departamento rentado de un primo quien me daba consejos como “Virgilio” moderno en la ciudad. Se veían ligeras volando en la noche en sincronía y desde nuestra colonia (colonia Laureles) tomaban rumbo a Casa Veracruz (colonia Dos de Abril) sin detenerse, volando como aves marinas. Las Banshees son hadas o ninfas o ángeles caídos; se presentan en todos los funerales de gentes importantes para rendir honores al difunto, llorando por el ser perdido para mostrar respeto mientras ocurre el rito luctuoso. Nunca me imaginé alzando una mano para señalarlas y al mismo tiempo mirarlas volando en aquella noche clara con Banshees en su cielo. Mi primo las logró ver y no pudimos explicarnos ¿qué eran? esas criaturas voladoras, fulgurantes, lejanas a nosotros. Las Banshees se alejaron sin notarnos hasta perderlas de vista. Como si nada hubiese pasado regresé a mi casa; días después por la tele junto con otro amigo de mis primeros días en Xalapa nos enteramos acerca de la muerte de Luis Donaldo Colosio.
Ahora en las noches jalapeñas ya no espero encontrarme con las Banshees; deben todavía de llorar por los muertos y aparecerse en los ríos para dar mensajes a los hombres, pero Xalapa ya no tiene ríos cercanos.
            No he escuchado a Bauhaus lo suficiente; mas sin embargo creo en la posibilidad de encontrar una puerta abierta para poder perderme un poco y poder esperar junto con otros seres; en otros planos.

1 de Agosto de 2014
Funzi  

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