La oveja negra
El agua
es vida, el verde es vida, la vida es libertad. En los siglos pasados de nuestra historia, el
silencio del Cosmos penetró en nuestros ecosistemas y los arropó; es generador
de la vida, generador del placer de los sabios; construyó los rituales humanos relacionados
con la vida y la muerte llenándolos de gracia; somos silencio como lo son las
bellas obras musicales de los autores famosos de años pasados; todo lo demás es
ruido, una incógnita ó un reto para científicos disciplinados, dispuestos a
definirlo con sus teorías universitarias.
Empieza
un nuevo día; es temprano, muy temprano y te levantas para poder salir a
cumplir con tus deberes; pero alguien en la mesa está leyendo el periódico y al
mismo tiempo está desayunando; ese alguien, dejó olvidada su ropa interior
dentro del cuarto de baño, el mismo ser grabador de mensajes interminables en
la contestadora del teléfono; aquella personita quien sirve maíz en mazorca a
tu apreciada abuelita la cual usa dentadura postiza; el mismo ser que
constantemente interrumpe a los demás. Este abusadillo, en nuestro trabajo o en
nuestra escuela estará siempre presente, porque debes convivir todos los días
al lado de él, viéndolo rascarse enfrente de los demás los orificios del
cuerpo; usando playeras con ilustraciones obscenas, dibujando bigotes a los
carteles y anuncios, practicando la desfachatez o cubriendo sus errores y
culpando a alguien más de ellos; lo has visto ajustando su ropa interior en
público mientras profetiza sufrimiento, caos financiero, la dominación de los
Rusos o de los Chinos y te habla con la boca llena.
Inmersas
en el ruido, están presentes todas las enfermedades del ser humano; por ello se
han desarrollado dinámicas de sanación, como los baños de chocolate, los
masajes Reiki o la cerilla de los oídos, la cual regresa la vista a los ciegos
de los ojos. La enfermedad y la desgracia llega a ser ruido, un ruido
constante, no lo oye el ser humano por pensar en la madre, en la novia, en el
novio, o en el móvil. Cuando estamos solos oímos el ruido cotidiano o
escuchamos el silencio del Cosmos;
afortunadamente, numerosos expertos en el tema se encuentran todos los
días señalándonos la soledad experimentada por nuestra sociedad.
De
camino a casa cuando terminan las obligaciones del día, te encuentras a esa
persona la cual deja sus adornos de Navidad hasta Marzo o Abril, le pide dinero
a tu suegra, pasea a su perro sin correa, escupe flemas en las aceras, le dijo
a tus hijos o a tus hermanitos la verdad de Santa Clos, te recomendó un
mecánico deshonesto, rebasa por la derecha, jura hasta rayar en el cinismo,
instala una sirena en su coche o sorbe la sopa.
Son
silencio nuestros vecinos; son silencio los migrantes en la frontera y los
músicos de blues; mas entre tanto silencio y entre tanto ruido, en el mundo
ocurre de improviso un sismo destruyendo nuestras casas, las cosechas de
nuestros campos; o de repente aparece un fuerte norte rompiendo los cristales
de nuestras ventanas y desajusta nuestra economía; o se presenta un huracán,
estropeando nuestros ecosistemas, provocando serios problemas de logística como
económicos a nuestros gobernantes. La erupción de un volcán, llena kilómetros y
kilómetros de lava en nuestro territorio; después en silencio, crecerá el musgo
mientras los caballos salvajes habitarán veloces la pradera.
En casa después de un largo día, hallarás
consuelo con ese ser especial hacedor de berrinches, el jugador de cartas
marcadas, pellizcador de las mejillas de los niños; el que siempre está en
junta cuando le llamas, el buscador de halagos, el que bebe de la botella de
leche, quien comete el mismo error dos veces, se peina en la cocina, garabatea
tus documentos importantes, cambia canales sin preguntar ó no hace nada
dejándolo todo para el día de mañana.
Agosto 15 de 2014
Funzi
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