Si las flores les denegaran su pálida miel, las abejas
no podrían sino pasar hambre y consumirse;
y el musgo no puede vivir arrancado de los árboles,
ni el muérdago trenzarse con sus bolitas de cera.
De no ser por la luz del sol, los pájaros no cantarían,
y el cielo no se mostraría nunca azul.
Pero de todas las obras de la Naturaleza,
la más maravillosa es qué bien me las apaño sin ti.
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